ANÁLISIS | Un nuevo enfoque para gestionar el mundo online en Diálogo Político

27 de Mayo del 2022

Dialogo Político para Latinoamérica publicó, con motivo del Día de Internet, un interesante análisis de Elaine Ford, directora fundadora de D&D Internacional - Democracia Digital, donde propone un nuevo enfoque para gestionar el mundo online. Puedes leer el texto completo en el siguiente enlace:

https://dialogopolitico.org/debates/multilateralismo-desafios-era-digital/

A continuación también te brindamos el texto en su versión original.

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La importancia del multilateralismo para enfrentar los desafíos en la era digital
Día Mundial de Internet -17 de mayo-

Por Elaine Ford*

El multilateralismo constituye hoy en día uno de los principales frentes para actuar de manera coordinada en la era digital. La participación de los Estados, junto a otros actores, se torna necesario para un nuevo multilateralismo que debe fortalecer el escenario online a fin de que más personas en el mundo gocen de sus bondades y, además, para poder enfrentar de la mejor manera los riesgos que van surgiendo. Un nuevo enfoque es requerido, que recoja las particularidades del siglo XXI y que también responda a las necesidades regionales y las demandas de sus poblaciones.

La era digital nos ha proporcionado un sinnúmero de beneficios para nuestras sociedades y para los individuos. Internet fue creado como una herramienta para servir a la humanidad. Hemos visto como las libertades y derechos de las personas se han fortalecido al amplificar sus voces, al democratizar la información, al fomentar la fiscalización y la participación ciudadana. También hemos visto procesos notables de transformación digital desde las entidades públicas que van marcando la pauta, convirtiéndose así en modelos a seguir.

Sin embargo, en los últimos tiempos hemos visto además como esta misma era digital nos presenta nuevos desafíos, que van acorde a la revolución tecnológica y a la mayor conectividad de las personas. Cada vez se escucha con mayor frecuencia las alertas frente a los riesgos que van surgiendo en la arena online: la desinformación, los discursos de odio y la polarización política que se agudizan en la red. Problemas que son transversales a toda sociedad y cruza fronteras, al estar en un mundo globalizado, interconectado e interdependiente. Lo vemos con gran crudeza en contextos electorales o procesos de participación democrática. Y lo hemos vivimos de manera dramática durante la crisis sanitaria por COVID-19, que aún no termina.

En todos los escenarios, la desinformación online constituye un gran problema que debemos saber enfrentar sabiamente. Sabemos de su efecto tóxico, pues las consecuencias pueden ser nefastas y de gran impacto, como lo son: traicionar la verdad, bloquear la capacidad de raciocinio de los individuos, generar desconfianza, manipular a la población, cuestionar autoridades e instituciones, incitar el odio, caos y sublevación, hiperpolarizar a la población, entre otros. Situaciones que atentan contra la convivencia democrática, la gobernabilidad y afectan la seguridad de las personas.

La solución no es única ni rápida. Tampoco hay una fórmula mágica. Siempre he considerado que ésta debe darse de manera articulada y equilibrada entre las múltiples partes interesadas. Y es así como hemos visto respuesta desde distintos frentes: 1) la sociedad civil y ciudadanía, 2) las corporaciones de tecnología, 3) la prensa y fact-checkers, 4) los gobiernos.

Como ya se ha señalado, Internet es una herramienta y como toda herramienta requiere de un manual de uso. Esto es una premisa importante. Hoy la población global conectada a Internet alcanza el 62.5% equivalente a 4,950 millones de personas(1). Cada día se despliegan más esfuerzos por conectar a más personas, pero es necesario también enseñarles a ser ciudadanos digitales responsables. No se trata de aprender a usar un programa o aplicativo específico. Se trata de enseñarles a saber interactuar en un escenario online en constante cambio. Y eso supone aprender a cuidar su seguridad, privacidad e identidad. También a ejercer sus libertades online con responsabilidad, respeto y tolerancia. En consecuencia, es necesario aprender a usar esta herramienta y no usarla al antojo de cada uno sin manual ni instrucciones.

Es el individuo principalmente quien contribuye en la espiral de desinformación, por esa razón se requiere de su buen accionar y su juicio crítico para poder determinar cuándo un hecho es real o no y, por ende, compartir o no el contenido. Desde la sociedad civil se han visto grandes esfuerzos. Democracia Digital, organización que dirijo, ha sido testigo de numerables proyectos digitales de América Latina y el Caribe (ALC) que han competido recientemente en nuestra primera edición del Premio Latinoamericano Democracia Digital. Es alentador ver que hay mayor preocupación por fortalecer las habilidades digitales y también por reforzar la Alfabetización Mediática e Informacional (AMI).

Desde las corporaciones de tecnología se han desplegado múltiples acciones, que han sido más notorias en tiempos de elecciones y, sobre todo, durante la pandemia por COVID-19; con el propósito de combatir información falsa, moderar contenidos, generar advertencias, verificar hechos, orientar a usuarios, apoyar la labor fact-checking, entre otros. No obstante, siempre quedará la sensación que aún tienen mucho por hacer, considerando su grado de responsabilidad frente a estos temas. Incluso, muchas de las grandes Big Tech han firmado compromisos para velar por acciones efectivas. Sin embargo, no todas las corporaciones están igual de comprometidas. En los últimos meses, expertos y organizaciones han advertido del uso de Telegram (chat de mensajería) como instrumento que podría alimentar la desinformación al propiciar comunidades de gran alcance -con más de 200 mil personas- sin haber activado mayores medidas para contrarrestar este riesgo.

Las acciones de parte de la prensa y los fact-checkers cada vez son más relevantes. Se han creado comités de verificación de hechos a través de redes globales y también a nivel local al interior de los países. Es una tendencia que ayuda en los procesos para discernir sobre la veracidad de los contenidos que circulan en las redes. Un trabajo que requiere tiempo y una metodología, además de coordinación entre agencias, prensa, expertos y fuentes oficiales.

Los gobiernos, por su parte, también han implementado diversas medidas, no obstante, muchas veces han carecido de impacto, porque éstas se han dado tardíamente. En términos generales, se han habilitado canales de información online y se ha puesto en alerta sobre las falsedades que circulan. En algunos países, que han experimentado elecciones recientemente, se han creado comités especializados de fact-checking e, incluso, se han firmado acuerdos con las principales corporaciones de tecnología.
Una debilidad en muchos países y, quizás es más evidente en ALC, es la labor de los legisladores o parlamentarios en este ámbito. Son pocos los esfuerzos desde el marco legal que se destacan para combatir la desinformación y los discursos de odio. En algunos países de ALC hay que tener especial cuidado en este campo, porque hay el riesgo de que otros derechos o libertades sean vulnerados, considerando dos aspectos: 1) La carencia de conocimiento y expertise de los legisladores en ciertos países, encargados en regular estos temas. Los representantes del legislativo requieren, además, una formación permanente que muchas veces no la obtienen, así como también tienen el deber de escuchar la opinión de los expertos en la materia, quienes muchas veces son ignorados. 2) La tecnología avanza muy rápido y su permanente regulación podría afectar el desarrollo del ecosistema digital o entorpecer procesos a través de la excesiva burocratización.

Y es aquí, frente a estas carencias, cuando se aprecia una inmediata necesidad de reforzar el trabajo multilateral entre los Estados y actores comprometidos, generando acciones e instrumentos que sirvan como marco referente para aprovechar el potencial de las tecnologías digitales y mitigar sus riesgos. Un ejemplo de ello es la reciente aprobación de la Ley de Servicios Digitales de la Unión Europea (UE).

En el ámbito de las Naciones Unidas, en setiembre de 2020 se aprobó la Hoja de Ruta en Cooperación Digital, impulsada por el secretario general, Antonio Guterres, que incluye a la desinformación y los discursos de odio como uno de los principales desafíos de la digitalización. Previamente se estableció un Panel de Alto Nivel sobre Cooperación Digital, quienes tuvieron a cargo la elaboración del Informe “La era de la interdependencia digital” a través de un diálogo global de las múltiples partes interesadas.

Asimismo, recientemente más de 60 países suscribieron la Declaración sobre el Futuro de Internet, un compromiso no vinculante, que reafirma: “Nos une la creencia en el potencial de las tecnologías digitales para promover la conectividad, la democracia, la paz, el estado de derecho, el desarrollo sostenible y la de los derechos humanos y las libertades fundamentales”. Asimismo, la Declaración establece “Las plataformas en línea han permitido un aumento de la difusión de contenidos ilegales o nocivos que pueden amenazar la seguridad de las personas y contribuir a la radicalización y la violencia.”(2)

Desde la Organización de los Estados Americanos (OEA) se han establecido áreas de trabajo sobre determinados temas que han desarrollado planes de acción, programas e iniciativas coordinadas con los países miembros. Dichas áreas son: ciencia y tecnología, e-Gobierno, seguridad cibernética, sociedad del conocimiento y telecomunicaciones(3). Sin embargo, es muy poco aún lo que se ha hecho en la arena de la desinformación online y derechos digitales.

Del 6 al 12 de junio próximo se llevará a cabo en la ciudad de Los Ángeles, Estados Unidos, la IX Cumbre de las Américas, -instancia en el seno de la OEA- y este espacio puede ser idóneo para poner en agenda dichos temas y empezar a dar forma a nuevos pasos sobre el futuro de Internet, así como diseñar acciones para fortalecer su alcance, hacerlo más inclusivo y también prevenir sus efectos de manera anticipada y coordinada.

Es importante avanzar hacia un multilateralismo desde el hemisferio interamericano que sea más activo y vinculante en los temas relacionados a los procesos de digitalización y sus desafíos. La revolución tecnológica avanza muy rápido, en consecuencia, permanentemente traerá nuevos retos que atender. Por esa razón, el nuevo multilateralismo del siglo XXI, junto a la acción comprometida de las múltiples partes interesadas, debe ser visionario para actuar de manera rápida y efectiva, salvaguardando el ecosistema digital y, principalmente, privilegiando el bienestar de las personas y el progreso de los Estados.

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* Elaine Ford promueve la Democracia Digital en el Perú y Latinoamérica. Es directora fundadora de D&D Internacional - Democracia Digital, con sede en Lima. Fue presidente de Internet Society Perú (2016-2021) y es autora de diversos libros, entre ellos: “El reto de la democracia digital. Hacia una ciudadanía interconectada” (2019). @elaforde
(1) Digital Report 2022: El Informe sobre las tendencias digitales, redes sociales y mobile, We Are Social. Cifra al 22 de enero de 2022.
https://wearesocial.com/es/blog/2022/01/digital-report-2022-el-informe-s...
(2) Declaration for the Future of the Internet. Tomado del texto original en inglés, traducción Deepl. https://www.whitehouse.gov/wp-content/uploads/2022/04/Declaration-for-th...
(3) FORD Elaine (2020) “Un nuevo multilateralismo para enfrentar los retos de la digitalización” en “Multilateralismo perspectivas Latinoamericanas”, pg. 155-156 KAS ADELA, Panamá.

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